domingo, 17 de junio de 2012

Historias putas (II)

La vida de los muertos

Una tarde de noviembre, hace ocho años, debía escribir un artículo para un diario comarcal. No habían pasado ni veinticuatro horas que me comunicaron el fallecimiento de Tío Modes, guitarrista del grupo barcelonés de punk rock de La Banda Trapera del Río y de Oficial Matute y decidí dedicarle aquel artículo. Para quienes no lo sepan, o mejor dicho, para que sepan aquellos que desconocen que los muertos tienen vida propia durante la vida misma y después de un tipo de vida llamada muerte, Tío Modes (nombre artístico de Modesto Agriarte) fue un guitarrista fuera de serie, y, si me permiten seré cursi: un músico excepcional. Valga el tópico para reafirmar el procentaje de relativa verdad que contiene cualquier tópico y, que en este caso, se cumple en su totalidad.

Marcó un estilo propio que pocos han imitado, no seguía ninguno de los cànones que se suponían a cualquier guitarrista de rock de la época. Los riffs que escupía su Gibson no eran exactamente rock; pero tampoco punk; ni tan siquiera heavy metal. Un diamante en bruto que nuinca quiso ser descubierto ni falta que hacía por todo lo que representaba en una ciudad invisible secuestrada por la legión de la cultura progre pija de izquierdas. Una legión, que más allá del recelo hacia una inmigración del extrarradio barcelonés poco susceptible en aquel momento a comulgar - ni de broma - con la exaltación del nacionalismo catalán y con la aburridísima escena musical imperante (rock laietà). Pronto se esclarecerían las intenciones de unos aficionados a correr, no atletismo precisamente: políticos, sindicalistas y simpatizantes de la democracia, todos ellos antifranquistas que nunca pararon de dar zancadas: primero precedían a unos señores vestidos de gris que envainaban unas peligrosas porras y pistolas y que hacían servir de vez en cuando para asesinar a sangre fría a algunos o algunas; una vez domesticada la polícía armada, continuaron su carrera en sentido contrario, esto es,  persiguiendo el reparto del pastel político catalán. Incluyendo claro está, el negocio cultural. Prueba de ello es que el primer album de La Banda Trapera fue editado por Belter, la casa de discos de Manolo Escobar, estilo diametralmente opuesto al de la Trapera. Préviamente, Tío Modes y la Trapera tuvieron que pasar el control del lobby cultural el cual orientaba sus intenciones hacia las radiofórmulas y la domesticación de grupos pretendidamente rebeldes contra el sistema. Resultado: 0,0 % de interés


Pero mi recuerdo más indeleble es hacia Tío Modes persona, no artista. La última vez que lo vi era un largo espectro de cuarenta kilos de huesos de metro ochenta y cinco de altura, incluyendo su solemne gabardina de cuero y sus Ray-Ban negras de doce dioptrías. Desde la puerta de la masía abandonada donde vivía se despidió de mí alzando su mano al aire mientras yo le oía decir mi nombre. Mientras me alejaba, no dejé de entristecerme por su lamentable estado: su inseparable sombrero gris, un borsalino clásico de fieltro, remolcaba un cuerpo lastrado por el bucle de cervezas y soledad con el que modeló su rutina diaria desde hacía ya varios años.

Disculpen ustedes, los vivos, aquellos que pretenden sobrevivir al catenaccio económico desbocado al que nos someten unos nenes traviesos llamados mercados financieros. Disculpen ustedes hablar tanto de muertos hoy, ya que al parecer, lo preciso del momento viene a ser el obligado optimismo y la creencia en querer ver lo que nos quieren hacer ver aún estando ciegos. Pero el motivo de hablar de la muerte es porque el páncreas de Tío Modes decidió jubilarse de forma anticipada y realizar una transubstanciación a otra vida.. Claro está que las jubilaciones anticipadas, eufemismo con que se define la patada al trasero y expulsión del paraíso sociedad a muchas personas, no son más que un paso más hacia el sometimiento al neoliberalismo y donde la ciudadanía da la espalda a muchos portavoces de la inconformidad como fue su caso. Sucedió un 1 de noviembre de 2004, el día en que los muertos, aunque sólo sea por un día, cobran una especie de vida según los vivos para limpiar las malas conciencias y resolver todas aquellas deudas para con los muertos. Casualmente, en aquella fecha, la última osa autòctona de los Pirineos, Cannelle, moría del impacto de las balas de un cazador. Su cachorro, fue visto y huyó. Y nunca más se supo de él. De Tío Modes tampoco, sólo unos pocos románticos se acuerdan de él.

Así es la vida de los muertos.

6 comentarios:

  1. pues ahí va mi homenaje al Tío Modes y la Trapera (min 2:18)
    http://www.youtube.com/watch?v=-ji9Autpd20

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    1. Gracia sDavid! Por cierto creo que el video no corresponde con lo que informas. Veo un divertido video de Picor - Sopa boba.

      Salut!

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  2. Gloria a mi me mejor amigo...cada día me acuerdo de ti...
    Y saludos Jesus.
    El Pérez

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  3. El solo de "sopa boba", con todos sus defectos, es un modesto homenaje a la trapera, aunque no le llegue ni a la suela del zapato... Salud!

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    1. Gracias David, disculpa no lo había entendido. Salud amigo!

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