martes, 12 de octubre de 2010

Perdone señora que no me levante



Perdone señora ministra que no me levante. Hoy, 12 de octubre día de la patria, de la Hispanidad, del desfile militar de las fuerzas armadas más democráticas, solidarias y portadoras de la paz y ayuda humanitaria que nunca haya existido, me quedo en la cama igual.
Cierto es que actualmente la ciudadanía dispone de los engarces estructurales, políticos y sociales con los que tiene garantizado un sistema de defensa del Estado español profesional, moderno, apartado de los órganos de decisión política y quedando sometido al poder civil. En el proceso de la Transición a la democracia española eran considerados normales los exabruptos y declaraciones de militares de alto rango, cuando no la intervención directa en asuntos políticos o los intentos de golpes de estado. Pero a éste sector de militares del ala más dura, rancia y conservadora le faltó un programa entonces y le sobró una perspectiva miope de la adecuación social que necesitaba el país acorde a las líneas económicas dictadas por la Comunidad Europea. Poco a poco fueron asumiendo el papel que le correspondía en un Estado moderno y democrático.
Así pues, hoy día, cualquier declaración de militares, de corte político o que recuerde el artículo 8 de la Constitución “…las Fuerzas Armadas…tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial…” supone ipso facto un toque de atención al militar, cuando no un arresto, o hasta la destitución del cargo que ostenta (ver artículo de 2006 en NYTimes). Cabe añadir que este tipo de declaraciones siempre vienen seguidas por el leitmotiv de la Corona en los medios de comunicación apelando a la concordia, el consenso y la profunda satisfacción.
Pero detrás de esa presunta democratización, modernización y pluralidad de un ejército que acoge soldados de distinto sexo, raza o religión y de haber tuneado hábilmente la imagen que transmiten las Fuerzas Armadas a ojos de la ciudadanía, como defensores de la paz en misiones internacionales, nunca los poseedores de un arma como instrumento de pacificación y de control pueden ser tomados como los agentes que nos van a proporcionar seguridad como ciudadanos. Y menos, cuando un Estado que se dice democrático se permite hipócritamente celebrar una fiesta de la Hispanidad, mostrando los sables y lascivas armas en forma de tanques, fusiles y cazas aéreos, recordando la conquista de América como un momento de encuentro de dos culturas en vez del genocidio cultural y religioso que fue y otorgando protagonismo al izamiento de una bandera - la española - tan conflictiva y simbólicamente humillante para una parte no menos importante de la población.
Y además de todo esto:
- Todavía existen indicadores de antiguos problemas latentes en las Fuerzas Armadas pero que no son estratégicamente publicados por los mass media. ¿Ejemplos? Todavía persisten tendencias nostálgicas del franquismo o bien, machismo por el que la mujer militar ha abandonado la carrera militar debido a dificultades en la conciliación (demostrable según estudio estadístico del Observatorio de la Mujer en las FAS.
- Instrumentalización del concepto identidad-bandera-patria como fenómeno que se está extendiendo en los medios de comunicación y en los ámbitos políticos y social. La ciudadanía no es impermeable a esta manipulación informativa y en cualquier noticia de carácter estatal existe una excesiva utilización del concepto “español” de manera insistente, reiterativa e intrascendente para el objetivo de la noticia en sí.
- El pasado 8 de junio el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio publicó un informe donde se refleja la cifra de venta de armas de fabricación española por valor de 1.346 millones de euros, un 44% más que el ejercicio de 2008. Parte de esta venta se realizó a países donde no existe un régimen democrático o países como Israel que precisan de armas para seguir machacando al pueblo palestino.
- Del anterior punto se deduce que el gobierno -socialista y obrero según sus siglas- ha permitido un aumento de la inversión de innovación y tecnología en armas y, según los presupuestos generales presentados hace breves días, lo ha reducido en el ámbito ciencia y tecnología no armamentística. Uno de los Ministerios menos o nada afectados por la reducción de presupuesto general para 2011 ha sido el de Defensa.
Y nosotros, ciudadanos, tan democráticos, tan cívicos ¿seguimos permitiendo esto?
Así pues, perdone señora ministra que no me levante durante el día de hoy, me quedo en la cama igual, aunque es posible que valore la posibilidad de dejar el lecho por unos segundos para vomitar la intoxicación que recibo a través de los medios en forma de inputs ponzoñosos sobre la patria, la bandera y la cutre y casposa españolidad que nos quieren inocular.

lunes, 17 de mayo de 2010

La ciudad oculta


Durante la tan aclamada Transición a la democracia (que no democrática) y los primeros años de gobierno socialista en España, se dieron una serie de condiciones socio-económicas que desembocaron en un escenario de difícil futuro para los jóvenes que habitaban en las periferias de ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao.

El éxtasis social provocado por la bienvenida a una modernidad cultural, la proliferación de tribus urbanas o el baby-boom que propició una generación de adolescentes muy numerosa en los años 80, fueron indicadores sociales que marcaron una nueva época. Pero el contexto en el que se tuvo que integrar fue desalentador: la masificación de inmigrantes en estas ciudades, el aumento de las tasas de paro que galopaba simultáneamente a la entrada de la heroína en los barrios marginales, el desconocimiento de las consecuencias del abuso de drogas y una legislación alienada de toda consideración con la nueva realidad, dieron al traste con el futuro de miles de aquellos jóvenes.

De aquella época han quedado numerosos testimonios en diferentes formatos: películas, libros, exposiciones, documentales han dado a conocer al público qué sucedió en aquella época. Pero detrás de lo que se ha divulgado, subyacen historias personales anónimas, especialmente las de muchos padres que, sin medios, ni conocimiento ni apoyos tuvieron que afrontar una tragedia: la de unos hijos atrapados en el abismo de las drogas, especialmente la heroína, y sus terribles consecuencias: la autodestrucción salvaje de sus vidas, la delincuencia, el acoso y el maltrato a sus progenitores que unido al estigma de la enfermedad del SIDA les condujo a una autopista de elevado peaje hacia la exclusión y la marginación, cuando no la muerte.

Una familia con un anciano dependiente, hacinada en un piso de 50 metros, con el padre en paro y sin subsidio, más pendiente del Anís del Mono que de la familia, con un hijo muerto por sobredosis, y otro más enfermo de SIDA y una madre que sobrevivió al hambre de la posguerra no era ninguna trama de una novela de Burroughs, sino una realidad palpable. No menos trágicas fueron las historias de padres de clase media acomodada, con estudios y un buen trabajo que con todos los elementos de progreso a su favor sufrieron igualmente ese infierno.

Quien vivió en aquellos barrios sabrá de lo que estamos hablando: de una ciudad oculta que era ignorada por la Administración y la clase media y cuyas historias han quedado plasmadas en diferentes libros. De entre todos ellos destaca La historia de Julián. Memorias de heroína y delincuencia, del profesor Juan Gamella, relato de la vida de Julián, un joven madrileño de clase trabajadora que abarca del 1977 a 1987. La obra combina un planteamiento antropológico, la narración en primera persona y la voz coral de familiares, explicando la ruptura con su entorno, los inicios en la delincuencia, el consumo de heroína, la cárcel y finalmente una recuperación gracias, en gran medida, a la madre.

Igualmente sobrecogedora es la historia autobiográfica que explica Raquel Heredia en La agenda de los amigos muertos, un recorrido del calvario por el que pasó la autora – periodista de reconocido prestigio entre las bambalinas de la política de la Transición - y madre de una hija adicta a la heroína durante diecinueve años. El resultado de la lectura es espeluznante, percibiéndose los estertores de una lenta agonía en vida que reflejan dos décadas de autodestrucción y decadencia que condujo a la muerte de Ada, su hija.

Muchos de aquellos padres se unieron en asociaciones buscando una solución. Una de ellas, la Coordinadora contra la Marginación de Cornellá (Barcelona), tuvo una actividad en los años 80 y 90 pródiga en el ámbito de la exclusión social y en la crítica del fallido sistema de reinserción de presos comunes por delitos de drogas. De todo ello dan fe Pedro Carrión y María Cubero en el libro La ciutat oculta, una crítica de cómo la sociedad del bienestar permite fraudes morales de un sistema que no ofrece igualdad de oportunidades a todos.

En una ciudad oculta dormía Gregorio Samsa, el protagonista de La Metamorfosis de Kafka que tras un sueño intranquilo se despertó siendo un insecto. Una alegoría universal que mañana nos puede visitar a cualquiera de nosotros.

miércoles, 14 de abril de 2010

Homenaje Trapero


Cierto oficial del ejército español declaró allá por los años 70 en plenas huelgas obreras del Baix Llobregat -vísperas de la Transición a la democracia- y una incipiente escalada del terrorismo de ETA,que España tenía dos graves problemas: ETA y Cornellá.

Mito o no, la frase transmitía el espíritu salvaje de la periferia, de la lucha de una clase trabajadora inmersa ya en lo que sería una cercana crisis en todos los niveles: social, laboral, económica y política.

En medio de aquel caos y con 1977 a la vuelta de la esquina, surgió La Banda Trapera del Río, una banda de punk?, rock?...qué más da el estilo, en el barrio de Sant Ildefons de Cornellá de Llobregat, más conocido como Ciudad Satélite, uno de los símbolos del cinturón rojo barcelonés y donde prácticamente se hacinaban miles de inmigrantes procedentes de la España rural en bloques colmena construidos en tiempo record, sin orden ni control.

Sin servicios básicos, víctimas del desarrollismo franquista, ignorados por la Barcelona y la Catalunya progre de la Nova Cançó, por la burguesía que apoyó a Franco y por los nuevos hippies que bebieron de las fuentes del 68, sin posibilidad de integración en la cultura catalana, aquel contexto era el caldo de cultivo perfecto para la generación de iniciativas subversivas, de protesta o simplemente de un nihilismo que el periodista Jaime Gonzalo en la biografía del grupo Escupidos de la boca de Dios resume y contextualiza de forma excelente. Un grupo y su entorno que es expresión de lo maldito, sin concesiones, sin padrinos culturales (¿para qué?) y ante cuya biografía no resisten comparaciones ni movidas madrileñas, ni ramoncines, ni autodestrucciones esponsorizadas por la industria musical y al que sólo los Ramones se les podría acercar.

En 2004 fallecía Tío Modes, guitarra del grupo al que dediqué un artículo en la prensa comarcal barcelonesa y en el portal Rebelion.org; pocas semanas después nos dejaba también el que fue guitarrista Emilio "Rockhita" y este martes 13 de abril de 2010 nos ha abandonado Juan “Raf” Pulido, batería, letrista y sobre todo pilar y motor de La Banda Trapera del Río.

Durante 2009, el grupo decidió juntarse para un concierto homenaje en la ciudad dónde nació la Trapera -Cornellá de Llobregat- y posibilitando una mini gira por diferentes ciudades españolas y que sirvió de hilo conductor para la realización de un documental que posiblemente verá la luz pública durante 2010. En este período una enfermedad comenzó a cercenar la salud de Juan hasta dejarle sin posibilidad alguna para seguir demostrándonos su arte y humanidad. El que fue el último concierto de La Banda Trapera del Rio y ya sin Juan Pulido en el escenario, en marzo pasado en el escenario de Rambleros en Barcelona sirvió de homenaje a la figura de un artista que al igual que Tío Modes, vivió para la música, su gente, de forma inconformista y contra los convencionalismos de una sociedad que nos dice cómo tenemos que vivir, engullendo héroes anónimos sin piedad.

Descansa en paz, Juan.