Inauguro nueva sección: En buena compañía. Abrimos espacio a colaboraciones y todo interesad@ en escribir desde los márgenes. Y qué mejor manera de hacerlo con Maribel Ruiz y una reseña de la ópera prima literaria de Patricia Muñiz
Corriente Sanguínea: un volcán a punto de erupción por Maribel Ruiz
Abordar la lectura de un texto escrito por un amigo provoca en mí siempre sentimientos encontrados. Por un lado, me muero de curiosidad y ganas de saber cómo será, cuáles habrán sido los elementos que hayan puesto en marcha el mecanismo de la ficción en la mente de mi amigo; por otro, me aterra la idea de que lo que vaya a leer resulte ser malo y tenga que encontrar el modo de salir del paso para no herir su sensibilidad, cuando me pregunte qué me ha parecido.
Con la obra de Patricia Muñiz (Barcelona, 1970) nunca me ha sido necesario idear respuestas conciliadoras. Patricia presenta estos días Corriente Sanguínea, una deliciosa novela corta con ilustraciones de Bouman, inmejorable tarjeta de presentación –para los que todavía no conocieran a esta cuentista, guionista y ahora novelista- de la mano del recién nacido sello Underbrain Books.
Cuatro personajes nos narran en primera persona su historia en esta novela . Cuatro puntos de vista aunque muchos elementos en común: la soledad, la violencia y el sexo se entrecruzan muchas veces, sin saber, cuál es causa y cuál efecto.
Corriente Sanguínea es una novela fresca, audaz, desenfadada y sin complejos; una de esas historias que bajo una aparente sencillez esconden una enorme carga de profundidad.
De las muchas cosas que me han sorprendido en ella, me quedo sin dudarlo con el persona de la taquillera, esa Catherine Tramell sensual, fuerte e imprevisible, esa mujer a la que "le gusta ver el mundo a través de la puerta abierta de sus heridas". Un auténtico volcán a punto de entrar en erupción; imagen con la que la autora sabe jugar muy bien a lo largo de toda la historia.
Sin duda no debe ser fácil conseguir mantener la tensión en un relato hasta la última línea, y sin embargo Patricia Muñiz lo logra. Sin pretender “reventarle” la novela a sus futuros lectores, tengo que decir que la frase con la que se cierra el relato me hizo sentir como si me hubieran pillado mirando: ¡una auténtica bofetada en plena cara!
No podemos cerrar esta reseña sin hacer especial mención a los dibujos exquisítamente acertados de Bouman, un complemento ideal que te ayuda a visualizar una historia, ya de por sí, muy cinematográfica.
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