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martes, 15 de mayo de 2012

Historias putas (I)

Miquel, 15 años en la calle

Hace veinticuatro años, Miquel Fuster, barcelonés nacido en 1944, dibujante de cómics, primero en la editorial Bruguera, luego en la agencia Selecciones Ilustradas, pasó de ser un artista - que vivía de su trabajo - a la indigencia, sin más compañía que unos cartones inanimados de vino barato y la mirada hipócrita y falsamente compasiva de una sociedad enferma. De la misma forma que el azúcar se disuelve en el café o las acciones bursátiles suben o bajan sin motivo aparente ninguno. De tener un sueldo y un techo y una familia un día a no tener nada al siguiente. Igual que Gregorio Samsa en La metamorfosis se acuesta humano y se despierta insecto. ¿Por qué?

No existen respuestas. Existen hechos y éstos demuestran que cualquier persona, repito, cualquiera, puede pasar de una vida acomodada a la exclusión social en el momento menos pensado y de la forma más rápida que uno se pueda imaginar. El ejemplo, es la situación que hoy día viven miles de ciudadanos con sus hipotecas impagadas, los desahucios, el estrangulamiento a pequeños empresarios o los despidos en masa de trabajadores. El tsunami crsis se está llevando por delante los engarces económicos y sociales del Estado del bienestar que tantos años ha costado construir.

La historia de Miquel Fuster se explica de forma muy cruda en diferentes entrevistas concedidas a diversos medios. Como ejemplo la concedida a la Universitat de Barcelona el pasado noviembre de 2011, donde explica detalladamente su historia, desde su descenso al averno del alcohol, los cajeros automáticos, su huída de la ciudad, el frío, el hambre, el dolor, luego el entumecimiento emocional y finalmente la desconexión. Hasta que Fundació Arrels y una trabajadora social en 2003 lograron ayudarle, dándose las circunstancias para su reinserción social. Mejor dicho, obraron el milagro de devolver a la vida a Miquel, a poder ofrecer a la sociedad su sensibilidad artística, a poder hacer lo que muchos - la mayoría - no pueden decir; dedicarse a lo que más le gusta: dibujar.

Desde entonces vive conectado a su profesión, ha publicado tres cómics sobre sus vivencias, titulado  Miquel, 15 años en la calle, el último se presentó en la pasada 30a edición del Salón del Cómic celebrada en Barcelona. Además publica sus dibujos y reflexiones en un blog, colabora con el diario 20 minutos  y ofrece charlas en la Universidad para enseñar la otra Universidad, la verdadera, que es la calle. En lo que se hace llamar la Sociedad del Conocimiento, existe un saber que vive al margen, sin identificar, excluido del conocimiento oficial: el que detenta la marginalidad.


Y disculpen esta interrupción; este relato que nadie quiere oír, ver o leer. Sigamos con las noticias de cada mañana y lo que acontece  Ahora es más importante ayudar a otros indigentes con los bolsillos llenos de dinero pero faltos de humanidad, moral y compasión. Sigamos pues, nuestro camino anestesiado por el bel canto de la sirena Democracia, cedamos servilmente ante el miedo que nos inoculan hasta el tuétano de nuestra razón. Sí, nos quieren en la calle para ser indigentes.

(imágenes extraídas del propio blog del autor con su expresa autorización, 14 de mayo de 2012)