Randy Rhoads: el angel de las seis cuerdas
1982 ya no era un año lisérgico. Pero continuaba siendo una fiesta psicotrópica continuación de los años 70. No existía camerino de músicos que no se preciara de componer desenfrenadas orgías de drogas y galones de alcohol.
1982 ya no era un año lisérgico. Pero continuaba siendo una fiesta psicotrópica continuación de los años 70. No existía camerino de músicos que no se preciara de componer desenfrenadas orgías de drogas y galones de alcohol.
En aquel mundo las estadísticas de excesos estaban lideradas por un genio y a la vez monstruo: Ozzy Osbourne excantante de Black Sabbath que decidió en 1980 iniciar una carrera artística en solitario. El primer guitarrista de la banda fue Randy Rhoads y precisó sólo unos pocos minutos de audición para ser admitido en la formación completada por el legendario bajista Bob Daisley y Don Airey a los teclados. El primer album editado fue el exitoso Blizzard of Ozz y significó la consolidación del enorme talento de Randy, un minúsculo muchacho, con cuerpo de niño, con un aura, encanto y delicadeza propio de las princesas de cuentos y cuyo único vicio inconfesable era media cajetilla de tabaco al día.
Un chico tímido que profesaba un amor incondicional a su madre - profesora de música - y a sus dos hermanas. Una madre que a diferencia de muchos otros padres, le apoyó y le ayudó en su carrera musical.
Después de dos giras con Ozzy Osbourne su única ilusión era alcanzar la maestría en la guitarra clásica cansado del loco circo del rock. Así se lo comunicó a Ozzy manifestándole dichos planes de dejar la banda al acabar la gira. Durante las giras, entre concierto y concierto Ozzy se dedicaba a meterse todo lo que podía en su cuerpo desde anfetaminas, alcohol y cocaína hasta gasolina si hacía falta. Randy, por contra, se dedicaba a contactar con guitarristas locales para aprender nuevas técnicas. Pero no llegó a tiempo a cumplir su sueño de alcanzar la excelencia en la guitarra. En una de las noches puente entre concierto y concierto, subió en una avioneta invitado por un amigo de la banda a dar una vuelta. Se estrellaron. Sucedió el 19 de marzo de 1982. Al piloto - según la autopsia - se le detectaron unos elevados niveles de cocaína en sangre. La autopsia de Randy dio como resultado unos niveles insignificantes de nicotina.
Aquel fatídico día, muchos headbangers lloraron la pérdida de uno de los mejores guitarristas de la historia del rock. Dejó su impronta integrando técnicas de música clásica a sus solos de guitarra. La ejecución de sus solos, la técnica con la que innovó (mezcla de diatónicas con blues, doble tapping o la velocidad de ejecución en sus solos) han sido y son referentes para muchos guitarristas. Sólo necesitó cuatro discos de estudio para dejar evidencia de su talento.
Probablemente la peor y más terrible tragedia humana es la pérdida de un hijo. Por ello, una madre podrá asumir dicha pérdida pero jamás podrá aceptarla. Para otros, seguidores y amantes del rock habremos aceptado aquella pérdida con ayuda del tiempo. Hablamos de legado. O de la vida de los muertos. Mientras algunos muertos siguen muy vivos a pesar de los excesos llevados al extremo.
Larga vida a Randy Rhoads
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